Del total de clientes potenciales que se ponen en contacto con tu marca, solo entre el 1% y el 5% se convierten en clientes que compran. ¿A dónde fue a parar el resto? Hay herramientas que te van a sorprender, y se están volviendo casi una filosofía de trabajo.

Un embudo o «funnel» es una herramienta dinámica usada para la gestión comercial, estableciendo distintas etapas por las que debe pasar el cliente desde que se pone en contacto con una empresa hasta que realiza la compra.

Un embudo de conversiónes una manera de visualizar y comprender el flujo y la conversión de clientes potenciales en clientes que pagan.

Cabe destacar que cada nivel del embudo tendrá pequeños agujeros en cada nivel que actuarán como un filtro donde sólo los clientes que califican pasan al siguiente nivel. Los otros dejan el embudo.

De este modo se puede analizar y entender el proceso y tomar medidas para mejorar ese flujo de clientes y recuperarlos con una oferta diferente en la que puedan estar más interesados.

Está compuesto por cuatro etapas:

1. Atracción: el cliente potencial descubre tu producto o servicio y se acerca para ver qué valor agregado brindás.

2. Interés: buscás la manera de generar interés en tu producto, teniendo en cuenta que no todos los que toman conocimiento del producto o servicio van a interesarse.

3. Deseo: necesitás plantar la semilla del deseo hacia tu producto o servicio. Una vez más, el embudo se vuelve más pequeño porque no se puede esperar que todos los que estén interesados ​​realmente deseen tu producto.

4. Acción: los impulsás a la acción de comprar, inscribirse, dejar sus datos, etc. Esta es la parte más pequeña del embudo porque un pequeño porcentaje de los clientes potenciales originales tomará medidas.

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